El miércoles pasado, 24 de abril, el pleno del Parlamento Europeo aprobó la tan esperada nueva directiva sobre Calidad del Aire. Este hito representa un avance crucial en la protección de la salud de la ciudadanía europea y en la preservación del medio ambiente. La nueva Directiva se convertirá en ley en cuanto el Consejo de la Unión Europea ratifique, esperamos que en alguna de sus próximas reuniones, la votación a favor del texto que el 8 de marzo ya realizó la COREPER (la comisión de representantes permanentes de los Estados miembro de la UE). Aunque nos hubiera gustado una directiva más ambiciosa, es importante destacar que se haya logrado un texto actualizado y mejor alineado a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La nueva normativa establece límites más estrictos para diversos contaminantes atmosféricos, reflejando así la abrumadora evidencia científica sobre los peligros de la contaminación para nuestra salud y para el planeta. Los países de la Unión Europea deberán ajustarse a estos límites para el año 2030, con la posibilidad de ciertos Estados Miembros de retrasarse hasta 2040. Además, se establece un sistema de revisión periódica cada cinco años, lo que permitirá adaptar los estándares a las últimas investigaciones científicas.
Es importante destacar que la calidad del aire es un aspecto fundamental para garantizar la salud humana, la biodiversidad y la sostenibilidad ambiental. Actualmente, el 97% de las personas en Europa respiran aire contaminado, lo que se traduce en cientos de miles de muertes prematuras y costos sanitarios significativos cada año. Por tanto, esta nueva directiva representa un paso esencial hacia la eliminación de la contaminación del aire para el año 2050, con el objetivo de crear un entorno más limpio y seguro para las generaciones futuras.
Desde la Campaña Clean Cities entendemos esta aprobación como una medida clave para salvar vidas y promover un futuro más saludable y sostenible en Europa. Aunque la directiva no alcanza todos los objetivos planteados por la OMS, es un primer paso importante que refuerza los sistemas de monitorización de la calidad del aire y establece medidas para proteger a los grupos vulnerables.
Sin embargo, aún queda trabajo por hacer. A pesar de las mejoras en la calidad del aire, un alto porcentaje de la población europea sigue viviendo en áreas que superan los niveles recomendados por la OMS. En España, por ejemplo, la mayoría de las ciudades «cumplen» con los límites legales, pero estos son cuatro veces superiores a lo que sugiere la OMS y el doble de lo que marca la nueva Directiva. Es urgente que las administraciones implementen medidas efectivas, como las Zonas de Bajas Emisiones, para reducir la contaminación de manera significativa y priorizar la protección de la salud de las personas.
En este sentido, Clean Cities ha lanzado un manifiesto para instar a los ayuntamientos a adoptar medidas que mejoren la calidad del aire y reconfiguren el espacio público en beneficio de los ciudadanos. En un momento en el que el planeta enfrenta crisis ambientales y climáticas, es crucial adaptarnos y cambiar nuestra forma de movernos para construir un futuro más sostenible.
En resumen, la aprobación de la nueva directiva europea sobre calidad del aire es una buena noticia para la salud de las personas y del planeta. Aunque es necesario seguir trabajando para alcanzar estándares más ambiciosos, este paso representa un avance significativo hacia un futuro más limpio y saludable para todos.